Esa puerta que se abría a un año esperanzado
le quedan cinco días para volver a cerrarlo,
mas el futuro que se adivina
cada vez es más extraño,
ya nadie se sorprende
ni se esperan más milagros
361 días de sorpresa y desconsuelo
vistieron la calle de banco y negro,
de banderas y pancartas,
de mensajes y de duelo.
Tras las ventanas se esconde el miedo,
que en silencio, observa incrédulo.
La mañana nos sorprende
con el asfalto encerado
donde unas pocas huellas
se van hundiendo a su paso.
Un paisaje de tarjeta
− se escucha el comentario −
aunque al que duerme entre cartones
le parezca desolado.
Todavía unos pocos caminan
con la sonrisa entre los labios;
los demás, agachamos la cabeza
para no vernos reflejados
en las tiendas donde se exponen
delicatessen y regalos,
mientras que los estantes de abajo,
han quedado arrasados de los productos blancos.
¡Hasta para eso nos hacen agacharnos!
le quedan cinco días para volver a cerrarlo,
mas el futuro que se adivina
cada vez es más extraño,
ya nadie se sorprende
ni se esperan más milagros
361 días de sorpresa y desconsuelo
vistieron la calle de banco y negro,
de banderas y pancartas,
de mensajes y de duelo.
Tras las ventanas se esconde el miedo,
que en silencio, observa incrédulo.
La mañana nos sorprende
con el asfalto encerado
donde unas pocas huellas
se van hundiendo a su paso.
Un paisaje de tarjeta
− se escucha el comentario −
aunque al que duerme entre cartones
le parezca desolado.
Todavía unos pocos caminan
con la sonrisa entre los labios;
los demás, agachamos la cabeza
para no vernos reflejados
en las tiendas donde se exponen
delicatessen y regalos,
mientras que los estantes de abajo,
han quedado arrasados de los productos blancos.
¡Hasta para eso nos hacen agacharnos!