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Yo confieso

Que hay noches que te conjuro
y regresas al hueco de mis caderas.
En esas noches sin rostro,
el reloj detiene la hora.
Clímax del segundo
en que fuimos sal y miel,
simbiosis perfecta bajo la luna.

Yo confieso

Que guardo tus sabores en mi copa,
exótico deleite que retorno
cuando la sed, desierto sin oasis,
abrasa mis labios.

Yo confieso

Que es tu piel lo que buscan mis manos,
palomas de horizontes difusos,
entre los pliegues de las sábanas.

Yo confieso

Que eres tú, sólo tú y siempre tú.








¿Por qué, mariposa furtiva, quisiste volar fuera de tu rosa?

Se te helaron las alas y fuiste
polvo de escarcha en la madrugada.