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Noche de San Juan. Escuchaba yo a mi vecina, que es muy sabia además de cotilla (sabia, porque tiene muchos años y cotilla, porque es vecina), como decía: “Si no nos deshacemos de lo viejo, no habrá espacio para lo nuevo” Como daba la casualidad que era la noche de San Juan, pensé que nunca más oportuno para hacerle caso, y puesto que ya había hecho la limpieza exterior, me quedaba la interior. Sin pensarlo dos veces comencé a levantar una gran hoguera. En su base, y para cimentarla bien, dispuse lo siguiente. - Buenas dosis de paciencia a las que añadí, otras tantas de melancolía, nostalgia y tristeza. Y luego, como mecha, arrajé todos los recortes, post-it, trozos de folio o cualquer papel empleado en los que suelo apunta mis "grandes ideas" y que no pasan de ahí. Y añadí: - Algunos complejos. - Un poquito de mala leche. (Me imaginé como ardería) - Los malos pensamientos. - Los pensamientos malos. (Que no es lo mismo) - Las blusas sin escote. - Los tacones planos. - El carmín y el esmalte rosa desvaído. (A partir de ahora sólo me pintaré de rojo pasión)
La montaña era ya tan alta que hube de subirme a una silla para poder seguir añadiendo elementos. - Los reproches. - Las angustias. - El miedo. - La envidia. - Los prejuicios y algunos perjuicios. Así, seguí hasta hacer una hoguera tan grande como lo era el lastre que se va acumulando a lo largo de la vida. Le prendí fuego y aunque me costó un poquito hacer que ardiera ―algunos de los elementos se resistían a desaparecer―, al final, las llamas pudieron más y lo fueron devorando todo. A medida que el fuego lo iba consumiendo, mi pecho se iba ensanchando y los pocos reparos que me quedaban desaparecieron entre las llamas. Me sentí tan ligera como las miles de partículas encendidas que se elevaban hasta perderse en la noche. El lastre se hizo rescoldo y a mí, me han crecido las alas.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Ya empezamos con los problemeitas, que le harás que nos lo pones tan difícil.
    Te decía que tu vecina si que sabe. Es un buen ejercicio ese de deshacerse de lo viejo para dejar paso a lo nuevo. María, leyendo con detenimiento esa "lista" de elementos que has echado al fuego, podemos darnos cuenta de la cantidad de lastre que se nos va adhiriendo a lo largo de la vida. Tanto que si no soltamos parte, acabaríamos por hundirnos totalmente. Tu hoguera lleva como siempre moraleja.
    Un abrazo.

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