Fui guardando cada una de tus palabras en mí caja de Pandora adornada con las tiras de un corazón hecho pedazos.
Allí permanecían ocultas en el fondo del armario. Tan solo, en las noches en las que la soledad oprimía mi garganta y amenazaba con cubrirme con sus velos, la buscaba como quien busca los restos de un naufragio. La acariciaba con las yemas de los dedos, y de su interior, un rumor de olas traviesas estrellándose con el casco de tu barco, me traían tu voz; tan varonil…,tan amada. Cerraba los ojos y los apretaba hasta sentir el roce de tus manos tropezando con las mías. Un escalofrío, recorría como un rayo mi columna, y yo, saliendo del trance, apartaba mis dedos y la empujaba más al fondo.
Allí permanecían ocultas en el fondo del armario. Tan solo, en las noches en las que la soledad oprimía mi garganta y amenazaba con cubrirme con sus velos, la buscaba como quien busca los restos de un naufragio. La acariciaba con las yemas de los dedos, y de su interior, un rumor de olas traviesas estrellándose con el casco de tu barco, me traían tu voz; tan varonil…,tan amada. Cerraba los ojos y los apretaba hasta sentir el roce de tus manos tropezando con las mías. Un escalofrío, recorría como un rayo mi columna, y yo, saliendo del trance, apartaba mis dedos y la empujaba más al fondo.