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Sócrates

Cuando llegamos estaba allí, tumbado sobre una manta vieja al lado de la puerta. No se levantó y aunque nos observó mientras bajábamos el equipaje, continuó en la misma posición, indiferente al bullicio que preparamos. Algunos, al entrar en la casa lo saludamos pero ni siquiera hizo intención de moverse. Tenía la cabeza apoyada sobre las patas que a su vez, se plegaban en una extraña postura. Parecía cansado y viejo.
Cuando salimos para cenar, había desaparecido, tampoco estaba cuando regresamos a dormir.
La mañana amaneció con algo de bruma pero la temperatura alta y la ausencia de nubes presagiaba un excelente día. Desayunamos todos juntos entre risas y buena camaradería. Cada un uno aportó alguna exquisitez y la verdad, “nos pusimos las botas”.
Mientras nos poníamos en marcha para la excursión que teníamos planeada por la montaña, salí a esperar a los del grupo a la puerta y de nuevo allí estaba. A su lado, dos latas viejas contenían pan y agua que parecía intacto. Si no fuera porque la noche anterior no lo vimos, juraría que no se había movido del sitio ni cambiado de postura. Nos observamos en silencio, sentí deseos de acariciarlo pero tuve reparos por miedo a su reacción. De repente recordé que nos había sobrado algo de embutido y entré a buscarlo. Lo hice trocitos y se lo puse sobre la lata del pan duro, pero lo ignoró.
Emprendimos la marcha a píe hasta Fuente Cobre, el nacimiento del Pisuerga. Tardamos algo más de dos horas y media, pero mereció la pena. Todo el trayecto discurre paralelo al río que tuvimos que cruzar un par de veces. Los bosques de hayedos y robledales impresionan por la grandiosidad de su vegetación. También encontramos espinos albares repletos de muérdago, se dice que si dos enamorados se besan bajo sus ramas conseguirán la felicidad eterna, y que sus bayas tienen poderes mágicos y medicinales. Esta planta es muy apreciada para la decoración sobre todo en Navidad, pues hay quien opina que trae buena suerte, aunque para evitar el daño que causa el corte masivo, es una planta protegida.
Llegamos sobre las doce a la entrada de la cueva. Aunque es una marcha sin demasiada dificultad, algunos lamentaron no traer calzado adecuado, sobre todo, en el último tramo donde la retama y las escobas la hacen más penosa.
La cueva es impresionante y aunque es transitable, nos limitamos a penetrar tan solo unos metros, hasta donde la luz de la entrada nos permitía ver. Sin el equipo necesario para adentrarse hubiera sido una insensatez.
Comimos los bocadillos al lado de una cascada natural que se forma al caer el agua entre las piedras, sobre las que cae directamente, brillan como si fueran de bronce y las otras, las que están más al fondo, están tapizadas de musgo de un verde intenso, toda una delicia para la vista. El rumor que produce contrasta con la ausencia de cualquier ruido que no provenga de la propia naturaleza. El silencio sólo quedaba roto por las risas y comentarios del grupo.
La vuelta fue más rápida, a pesar del cansancio lógico, debimos dar menos rodeo porque llegamos en dos horas escasas.
A la puerta de la cosa estaba el perro en la misma posición que lo dejamos por la mañana. La dueña nos contó que de cachorro lo atropelló un tractor destrozándole las dos patas delanteras, los dueño, seguramente turistas, lo dejaron abandonado y ella, aunque ya tenía más perros, lo curo de las heridas graves pero para que pudiera andar deberían haberlo operado y claro, eso suponía muchos gastos, así que, las fracturas soldaron solas dejándolo en aquella penosa situación. Para desplazarse lo hacía arrastrando las patas de atrás, se pasaba los días tumbado allí y cuando oscurecía se arrastraba hasta el cobertizo de la leña. No tenía nombre así que yo lo bauticé. Lo llamé Sócrates, me pareció adecuado por la forma filosófica de tomarse la vida con una actitud resignada, le iba muy bien. Esta vez sí dio buena cuenta de los restos de bocadillo que le dimos directamente a la boca.
Después de descansar y quitarnos todo el polvo que llevábamos encima, nos dirigimos a cenar a un pueblo cercano que estaban de fiestas. Fue muy divertido, acabamos bailando en la verbena y se unieron a nosotros algunos vecinos. Regresamos sobre las tres de la mañana y hasta que me quedé dormida, pude ver tres estrellas fugaces a través de la ventana que estaba en el tejado. No pedí tres deseos, pedí el mismo las tres veces. ¡Tal vez así se cumpla!
Por la mañana, después de despedirnos con pena de Sócrates, emprendimos el regreso con el compromiso de repetir la experiencia.





9 comentarios:

  1. Ya me he dado cuenta que no te gusta que te "piropee", me dices que soy excesivamente amable. Pero que quieres, uno es un caballero y sabe admirar la belleza. Tú la posees por partida doble, eres tan bonita por dentro como por fuera y se me disparan los dedos. :-)
    Me ha gustado mucho tu relato-memoria de esa visita a Fuente del Cobre, lo conozco muy bien y estoy totalmente de acuerdo contigo que es un lugar mágico en la montaña palentina. En otoño, probablemente haga yo también una excursión y ya que no podré contar con tu compañía, sí intentaré conocer personalmente a "Sócrates". Ya te contaré. Un abrazo.

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  2. Excelente relato de esa excursión a Fuente del Cobre y sobre todo de Sócrates..
    Un saludo

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  3. Un bello relato, que deja constancia de tu sensibilidad.

    Saludos.

    Aloe.

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  4. Un relato pintoresco con un personaje conmovedor "Sócrates"
    Y es que los animales ¡son tan nobles y entrañables!
    Bueno María me ha gustado mucho y te diré, que todos esos parajes los recuerdo, porque una parte de mi vida cuando mis hijos eran pequeños la pasé en Palencia ya que mi mujer es de allí, concretamente de la Valdavia.

    Te envío un abrazo. Juan.

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  5. Bonito relato, funambulista.
    Leerlo ha sido tan interesantes como lo fue escucharlo en directo.

    La montaña, preciosa e interesante siempre. El perro, hábil para atrapar los bocadillos que se le ponen a tiro. Un pelín más activo, lo habría pintado yo... será deformación profesional.

    Un beso desde Irlanda.

    Mary Kate Danaher

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  6. Gracias por tu amabilidad.
    Me alegro que hagas esa excursión, siempre merece la pena. Saludos

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  7. Flor de Lis, me alegro que te haya gustado. Sócrates, como todos los de su especie, no dió una gran lección y dejó un gran poso en todos nosotros.

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  8. Pues sí, Galeote. Los humanos deberíamos aprender de su nobleza. No siempre es así. Besos, amigo

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  9. Mary Kate, te iba a decir que era una sorpresa encontrarte por aquí pero no es verdad, sabía que un día u otro aparecerías. Lo qué si puedo decirte es que me has dado una gran alegría.

    En cuanto a la "actividad" del pobre Sócrates, te aseguro que era muy limitada, pero su mirada, esa no, tenía toda la vida dentro.
    Anímate y lo visitamos un día de estos.

    Besos, hermosa

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