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Olmo Milenario

Moría el viejo olmo en el asfalto
tratando de cruzar a la otra orilla,
extendía sus ramas en vano empeño
y el hombre las cortó, hiriendo de muerte al tronco.
Nadie contó con la fuerza y tesón de sus raíces
que lograron llegar y horadar la tierra en la cuneta.


Brotaron seis vástagos gemelos,
seis ramas de débil envergadura,
amamantadas con la savia negra
de un cordón umbilical asfixiado.
Llevaban  tatuado en el envés de sus hojas
la garra de de una estirpe milenaria,
savia nueva de una herencia firme
para luchar con un destino de exterminio.

Crecerán alineados en la orilla
para ser cómplices de amores juveniles
inmortalizados en sus troncos,
o testigos mudos del devenir de los hombres
que busquen su sombra.

3 comentarios:

  1. María, increíble la fuerza de este poema.
    Trato de captar tu mensaje, aunque disculpa si me equivoco; -es tan personal- que desde mi propia visión, pudiera entenderlo como un homenaje y también una denuncia, al paso de la huella del hombre y su civilización, afectando al espacio libre de estos árboles milenarios sin consideración ni respeto a la naturaleza.
    ¡ójala! tengamos siempre su sombra y no su recuerdo.
    Sea como fuere, me ha impresionado la profundidad del poema y tu sensibilidad.

    Un abrazo poeta.

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  2. "El hombre las cortó , hiriendo de muerte al tronco".
    La mano del hombre lo intentó destruir pero él no se dejó.
    Ojalá tengamos siempre un olmo a en cuya sombra cobijarnos.
    Precioso poema .

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  3. Con demasiada frecuencia queremos domesticar a la naturaleza y otras al mismo hombre, pero la vida tiene trazos inevitables y caminos imposibles de torcer. Un gran poema, María Soledad.

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