
cual rayo quebró sus ramas
hiriendo en lo profundo la armonía
arrastrando con la herida a la desgana.
Tu sombra se desplaza lentamente
descubriendo las raíces que crecían enterradas.
Ahora, medio desnudo,
a tus píes crece la retama
destruyendo la alfombra fresca
en la que yo me acunaba
mientras algún rayo de sol osado
se colaba entre las hojas y acariciaba mi cara.
Tal vez si llegan las lluvias
y te regalan su agua
esa herida cicatrice
y crezcan nuevas ramas.
Ya han llegado las lluvias -al menos en mi tierra-, esperemos que ayuden a cicatrizar todas las heridas. Muy conmovedor. Abrazos.
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