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Punto es y punto com.

El último correo que le había llegado esa mañana, era sin duda de alguien desconocido. El primer impulso fue borrarlo sin tan siquiera leerlo. Demasiadas malas experiencias con los virus que pululan por la red la había vuelto precavida. Sin embargo, un despiste hizo que en vez de anularlo, lo abriera. Así que, antes de borrarlo lo leyó. Un par de frases escritas con letra grande y clara le hicieron sonreír: “¿Qué tal brujita? ¿A qué no me esperabas hoy?" Pensó que la tal brujita, aunque lo esperara, se iba a quedar con las ganas. Esta vez sí lo eliminó a la primera aunque le quedó una extraña sensación que no pudo definir.

Cuando a la mañana siguiente volvió a encontrar otro correo del mismo remitente, lo abrió tan rápidamente que casi lo borra, esta vez sin pretenderlo, ¡claro! La curiosidad pudo más que ella. Cuando lo hubo leído, comprendió que debía hacer algo. Sin duda había una equivocación con la dirección de la cuenta de correo electrónico. Aunque no quería reconocerlo, sentía un poquito de envidia de la mujer que provocaba aquellas palabras. De nuevo, con la misma letra grande y más bonita, -o así le pareció a ella-, había vuelto a escribir: “Te imagino plena y feliz, rodeada de sol y mar, con tus cabellos meciéndose por la brisa mientras te acarician las hojas del sauce que tantas tardes nos cobijó”.
No lo pensó dos veces y escribió lo siguiente: “Creo que se está equivocando y es una pena que unas palabras tan bonitas, no lleguen a la destinataria correcta”. Una vez escrito, se sintió mucho más tranquila.
Pasó unos días de secreta esperanza que fue perdiendo según iba comprobando que ya no había más equivocaciones. De nuevo, la sorpresa fue más grande si cabe al volver a encontrar al cabo de casi un mes, otro correo de idénticas características: “¿Estás segura de que me he equivocado?” De cómo se desenvolvieron los acontecimientos a partir de ese momento le quedaba un vago recuerdo ligeramente distorsionado por el tiempo.
Llegaron las vacaciones y con ellas el alejamiento del ordenador, de los correos diarios con los que empezaba su jornada de trabajo, y por supuesto, de aquel extraño personaje. Pasó quince esplendidos días en los que se sintió plena y feliz, tostándose al sol sobre la arena, y dejándose acariciar por la brisa del mar que le llegaba a través de las ramas de un frondoso sauce.
El regreso de las vacaciones supuso volver a lo cotidiano, de nuevo encontrarse cada mañana delante del ordenador y del montón de correos que invadían su pantalla, y por supuesto, supuso reencontrarse con él.
Se lo imaginó maduro, sensible en su fuerza, dulce en su hombría; leal y culto. Idealizó hasta el infinito al autor de aquellos correos y sucumbió a lo inevitable. Respondió, uno a uno, a todos los que habían llegado en su ausencia. Desnudó su alma para él, se adornó de sus mejores galas y se ofreció a un destino trazado con texto Arial, 12, negrita y cursiva. Así pasaron los meses de aquel largo y frío invierno que a ellos se los antojó fugaz y cálido. Incansables, se regalaron momentos maravillosos mientras se confesaban sus sueños, sus anhelos, sus esperanzas…Todo, menos sus nombre y los datos que los situaran en un tiempo y espacio real lejos del maravilloso y mágico mundo al que accedían cada noche desde la ventana de su ordenador.
Un día, cuando la primavera alargaba las tardes de paseo, igual que vino, se fue. Y con él, se fueron todos s sueños que habían forjado juntos.
Aunque dolió, no hay mal que cien años dure y se consoló imaginando que al final, el destino todo lo pone en su sitio y los correos llegaban por fin a su primitiva destinataria.
Jamás olvidó aquella experiencia y en una esquina de su ordenador, escrito en un posit-it, con letra Arial, 12, negrita y cursiva, reza la siguiente leyenda: "No confundir nunca .es y .com"

7 comentarios:

  1. Muy bien tratado un tema tan actual como son las amistades a través de la Red. A mi me ha pasado que me he vuelto loco mandando correos que me imagino en algún lugar del ciber especio sólamente por equivocarme con la extensión. Ahora, tal vez debido a que todo se ha masificado, ya empiezan a verse los .es, que antes creo que sólo era para algunos colectivos concretos.

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  2. En breves palabras tengo algo que decir en respuesta a ese anónimo....Una vez escuché esto:
    No conozco tu rostro ni tu nombre. Ignoro donde vives y lo que amas pero, desde esta isla de distancia y palabras, de música del silencio de mi risa...Sé que estás ahí.

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    1. Esto era de un programa de radio, ¿no? Yo lo escuchaba, pero no recuerdo cuál, era muy peque, tendría 11 años o así.

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  3. Sombra, tienes razón. Con respecto a las direcciones de correo, un simple puntito de más o una letra mal puesta, puede llevar tu mensaje a otro punto del mundo y por supuesto, a un destinatario desconocido. Ni te imaginas la de veces que me ha pasado. Gracias por estar ahí y por comentar.
    Besos.

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  4. Sí, es mágico, puedes no conocer a una persona y sin embargo, saber de ella casi tanto como ella misma...o más.
    Me alegra encontrarte por mis letras.
    Besos.

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  5. Muy buen relato. A mí me interesan también los argumentos sobre correos electrónicos y las comunicaciones extrañas que se producen. Me ha inspirado algo , creo: a ver si se me ocurre algún microrrelato sobre el mismo tema.

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  6. Excelente relato y me suena demasiado conocido.
    Saludos desde muy lejos.

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