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Vinieron con la granizada.

Supongo que los sorprendió también a ellos, seguramente estaban paseando tan tranquilos o descansando bajo los rayos de sol de este abril tan cambiante. De pronto los vimos bajo la ventana, nos pareció que estaban inquietos, algo asustados y sin saber muy bien que hacer. Temimos que ella estuviese herida porque se mantuvo todo el tiempo quieta, a él lo vimos como intentaba buscar un lugar más apropiado pero se notaba que no quería dejarla sola. Sus incursiones por el jardín eran breves, enseguida regresaba a su lado y la acariciaba la cabeza con tanta delicadeza que nos enterneció a todos.
Nos mirábamos algo desconcertados, no sabíamos muy bien como actuar, temíamos que si nos veían, igual se asustaban así que nos mantuvimos en silencio observándolos tras los cristales. Pensamos que el lugar podía ser muy apropiado para que se sintieran a gusto. Se trataba de un jardín inmenso en donde los arbustos, altos y con abundante follaje, les podían servir muy bien de refugio. También había una fuente, cuya agua caía en cascada formando un pequeño estanque repleto de nenúfares y bordeado de flores. El césped parecía una inmensa alfombra verde por donde podían deslizarse sin apenas hacer ningún ruido, pero no impedía que debajo, ellos pudieran obtener toda la comida que necesitaban.
A pesar de que el lugar estaba lleno de jóvenes, éstos eran muy respetuosos con la naturaleza por lo que tenían garantizada una estancia tranquila.
A la mañana siguiente, lo primero que hicimos fue asomarnos a la ventana, buscábamos ansiosos a nuestros nuevos inquilinos y al no verlos por ninguna parte nos quedamos desconsolados. Duró poro el descuensolo, enseguida vimos que él salía del arbusto, recogía algo del suelo y volvía a perderse entre el denso follaje. Al rato celebrábamos la noticia que nos trajo el jardinero: Ella había puesto huevos y los dos iban a ser padres. Nosotros nos disputábamos quien iba a ser el padrino, al final hubo consenso y decidimos que lo seríamos todos. Sabíamos que los patos eran salvajes y que igual que nos trajo la granizada, nos los volvería a llevar, pero mientras tanto, todos estábamos ilusionados con el próximo nacimiento de los patitos.

6 comentarios:

  1. Lo que no nos traiga una tormenta...
    Bien escrito.
    Un abrazo, compañera.

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  2. Gracias a ti por tu amabilidad
    Un beso.

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  3. Bonito texto, lleno de ternura. Ansioso de ternura. Parece una de esas fábulas de animales con, moralejas semi ocultas. En este caso con, realidades aceptadas y concretas.

    Beso.

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  4. padrino de un pato.... uhm? sugerente sin duda
    jajaja
    un saludo gracias por tu visita
    saludos brujos

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  5. Billy, tal vez la moraleja sea que desde ese día, todos los que aquí habitamos tenemos como un proyecto en común: conseguir que se sientan tan agusto que decidan quedarse para siempre. Gracias por tu visita. Un beso, María.

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  6. Cuentosbrujos... por qué no? jajaja.
    Gracias a ti. Besos todos. María

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