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Entre graffiti y pintadas Camina despacio, sus hombros parecen querer ocultar la cabeza. El frío invierno y las preocupaciones pesan demasiado para un cuello tan frágil. Recorre el mismo camino todos los días, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Reconoce sin mirar cada desnivel del suelo, sus pies, como si fueran autómatas, salvan cada obstáculo sin dificultad. Tan solo levanta la mirada levemente cuando se cruza con alguien o algo que la sorprende. A veces, es la mirada picara y de complicidad con que la obsequia algún niño mientras forcejea con la madre para no ponerse el gorro o taparse con la bufanda, otras, un perrito callejero que se le acerca en demanda de una caricia, o incluso, un nuevo cartel anunciando increíbles ofertas en los almacenas de la esquina. Apenas es consciente de que no va sola, que otras personas, tal vez tan cargadas de preocupaciones como ella, recorren el mismo trayecto. Sin embargo, esta mañana algo le ha llamado la atención. Sobre una columna, entre graffiti y pintadas, alguien ha escrito una frase con letra clara y redonda: “te quiero tardona”. Se queda absorta mirándola mientras piensa que si bien en una primera lectura puede parecer un reproche, a ella le parecen una tierna declaración de amor. Por un instante se imagina la frase escrita en el espejo de su cuarto de baño cuando éste aparece completamente empeñado tras la ducha o en un post-it colgado de la nevera. Una sonrisa resignada se dibuja en sus labios, hace un gesto como quien intenta apartar un obstáculo y continúa con su camino.

3 comentarios:

  1. Ese día es enriquecedor. Como digo muchas veces: "Los pasos perdidos son los mejor encontrados"

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  2. Gracias por traer tus pasos a mis palabras.

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  3. Uno piensa muchas veces lo poco que cuesta hacer feliz a los que nos rodean. Muy interesante. Un abrazo.

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